Río.
Lloro.
Suspiro.
Me quedo mirando un punto fijo y permanezco en ese estado de ensueño hasta que algo llama mi atención y me hace volver.
Me siento dentro de una burbuja, ajena a todo, incluso a aquello que sucede dentro de mí.
Me dejo arrastrar por mis sentimientos aunque no entienda nada. ¿De qué sirve cuestionarme, si aceptando empiezo a encontrar magia en mí? Quizá esté aprendiendo a hacerlo, a aceptarme mínimamente, a escucharme y asentir a lo que digo, sin juicios ni dudas.
Bordo, dibujo, escribo, pero nada está siendo hecho de forma consciente. Mi mente da una orden que mi cuerpo acata y sigue de forma automática, sin preguntarme. Yo no estoy.
Me preguntas y respondo. Pero no me preguntes qué he respondido porque no lo sé. Yo no estoy aquí.
Sólo río, lloro y suspiro. Y me quedo mirando un punto fijo hasta que el chasquido de tus dedos me hace volver.
Escribo, dibujo y bordo. Me pincho y sangro. Pero yo no estoy.
Quizá mañana vuelva pero hoy yo no estoy aquí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario